viernes, 11 de enero de 2013

ALGÚN DÍA

     Hace un par de días, sonó en el servicio de urgencias la alarma de “box vital”, mi compañero y yo nos cruzamos en el pasillo en dirección al box donde se encontraba el paciente protagonista de nuestro primer box vital. En mi mente había un cruce de pensamientos, una mezcla de distintas emociones y no paraba de recordar el SVA del que en tantas asignaturas nos habían hablado. 
     Un box vital, es una urgencia grave que va a un box especial con los recursos necesarios para realizar un soporte vital avanzado, incluyendo material para un soporte instrumentalizado y equipos y material de monitorización, para revertir al paciente al estado de mayor estabilidad posible, ¿o quizás para evitar tener que revertirle?.
    Mi compañero me dijo antes de llegar: “al paciente le traía la ambulancia con una saturación del 74 %”. Automáticamente, me imaginé al típico paciente intubado y en plena reanimación cardiorrespiratoria. Cuando llegué, el paciente estaba hablando, contando lo que le pasaba, disneico y con una cianosis generalizada. El paciente además presentaba EPOC y era fumador de dos paquetes diarios. Y en ese momento entendí lo que era un box vital, el paciente no tiene por qué estar en parada cardiorrespiratoria, si no que el paciente se encuentra en una situación tan inestable que las probabilidades de sufrir una PCR son elevadas. Al paciente se le administró oxígeno con mascarilla venturi (Ventimax), acompañado de la administración intravenosa de bolos de Hidrocortisona (Actocortina) y Metilprednisolona (Urbason). Por lo que a posteriori, y recopilando los datos que pude recoger desde donde me encontraba, deduzco que el paciente presentaba una exacerbación de su EPOC, producido por el aumento de la inflamación en las pequeñas vías aéreas con acumulación de células inflamatorias y edema de las paredes que llevan a reducción del volumen de las mismas, de ahí la orden médica de administrar corticoides.*
     Y es que, la urgencia se basa en eso, es saber prevenir lo que va a ocurrir y saber predecir con mirar a un paciente, un posible final fatal. Una gran cantidad de profesionales se situaban alrededor de la camilla del paciente, cada uno le realizaba distintas preguntas, varios médicos daban órdenes, los enfermeros las cumplían y realizaban distintas técnicas, todos tenían su función, pero yo como alumna me pregunto ¿cómo eran capaces de saber cuál era su función en mitad de ese caos? Y ahora lo veo claro, había dos enfermeros pero cada uno a un lado del paciente, de tal manera que el que monitoriza no se mete en el trabajo del de la VVP, ni viceversa. 
     Sin duda, lo que yo denominaría “el caos salvavidas” del que espero formar parte algún día.